
Enfermedades digestivas de manera global
El doctor Carbó explica a través del siguiente artículo las diferentes enfermedades del aparato digestivo, sus causas, factores de riesgo y la salud digestiva en España.
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El reflujo gastroesofágico es el regreso de los jugos gástricos del estómago hacia el esófago, el tubo por el cual los líquidos y los alimentos bajan desde la boca hasta el estómago. Cuando los síntomas ocurren varias veces al día y están asociados a otros trastornos, podemos hablar sobre la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).
El contenido gástrico incluye ácidos que irritan la mucosa esofágica y causan los síntomas típicos del reflujo gastroesofágico: ardor en el estómago y el pecho, acidez, hipersalivación y regurgitación. La acidez de los jugos gástricos también puede irritar el tracto respiratorio y la garganta, causando disminución de la voz, laringitis, ronquera, tos y asma.
El esófago, por medio de movimientos rítmicos y ayudado por la gravedad, mueve la comida hacia el estómago. El esfínter esofágico inferior regula el paso de los alimentos, abriéndose para permitir que el bolo alimenticio pase y cerrándose para evitar que vuelva a subir. El reflujo ocurre cuando hay un mal funcionamiento de esta válvula, que se abre cuando no debería hacerlo y permite que el contenido gástrico se mueva hacia arriba. Otra causa es el vaciamiento gástrico lento. Cuanto más tiempo permanece la comida en el estómago, mayor es la probabilidad de que se presenten síntomas del reflujo gastroesofágico. Incluso si se reduce el pH salival, que es básico, el esófago está menos protegido de los ataques de reflujo gástrico.
La nutrición juega un papel importante en el tratamiento y prevención del reflujo gastroesofágico. Entre los alimentos que deben evitarse se encuentran embutidos, alcohol, queso, té, café, tomate, cítricos, refrescos y alimentos fritos. La leche, el "remedio de la abuela" por excelencia contra el reflujo, en realidad lo favorece, ya que es un alimento rico en grasas que podría ralentizar el vaciado del estómago. Es recomendable comer lentamente, masticando bien la comida para promover la digestión y hacer de 4 a 5 comidas pequeñas al día. Además, es conveniente evitar irse a dormir inmediatamente después de comer. Finalmente, se debe evitar tomar ciertos medicamentos, como los antiinflamatorios no esteroideos y algunos ansiolíticos que pueden aumentar la acidez gástrica, y usar ropa demasiado ajustada.
El tratamiento se basa en la corrección del estilo de vida y la terapia farmacológica. Esta última usa medicamentos que pueden disminuir el tiempo de vaciado del estómago, proteger la mucosa esofágica y reducir la acidez de los jugos gástricos. Solo en casos especiales, que no han respondido al tratamiento con medicamentos, se recurre a la intervención quirúrgica que tiene como objetivo restaurar la funcionalidad del esfínter.
Conocidas también como almorranas, las hemorroides son principalmente venas hinchadas que se encuentran localizadas en la parte inferior del recto y en el ano.
Pese a que se desconoce el origen en concreto de las hemorroides, se trata de un problema que afecta a una gran cantidad de personas. De hecho, se estima que tres de cada cuatro personas adultas pueden padecer hemorroides en algún momento de su vida.
Existen dos variaciones de esta patología: las externas y las internas. Las hemorroides externas generan protuberancias en el anillo del ano del lado externo, por lo que son más fáciles de diagnosticar y provocan dolor al sentarse, además de rastros de sangre al defecar. Por otro lado, las hemorroides internas se producen en el interior del ano provocando sangrado en las heces y picor en la región anal.
Por último, aparecen también las hemorroides trombosadas, que forman un coágulo. Éstas pueden producir un dolor intenso, inflamación y la aparición de un bulto cerca del ano.
Como tal, la de las hemorroides o almorranas no es una enfermedad grave en sí. Se trata de una enfermedad con mucha prevalencia pero cuyos síntomas no suponen más que molestias, picor o sangrado y que no se desarrolla en otro tipo de enfermedad más grave.
La sangre presente en las hemorroides puede provocar la formación de coágulos y la muerte del tejido circundante. En estos casos, es necesario llevar a cabo la cirugía de las hemorroides, conocida también como hemorroidectomía, que se utiliza en procesos de sangrado intenso o prolapso que no hayan respondido de forma positiva a otras terapias.
En pocas ocasiones también puede aparecer sangrado intenso, y la pérdida prolongada de sangre puede provocar anemia. En el caso de que se corte el suministro de sangre en la hemorroide interna se puede producir estrangulamiento, un hecho que provoca dolor extremo.
Los signos y síntomas de las hemorroides dependen de la ubicación de la hemorroide. Si la ubicación de la hemorroide es en el interior del recto hablaremos de hemorroides internas, que normalmente son asintomáticas. No obstante, a la hora de hacer el esfuerzo o la irritación que se produce en los intestinos al evacuar pueden dañar la parte externa de la hemorroide y producir el sangrado.
En ocasiones, el esfuerzo puede hacer que la hemorroide interna salga por el ano, y puede causar irritación y dolor.
Si la hemorroide es externa, son más sensibles al tacto, pueden doler al sentarse, picar y sangrar.
En el caso de las hemorroides trombosadas pueden formar un coágulo, dolor intenso e inflamación.
Así, en general los síntomas de las hemorroides son los siguientes:
A la hora de diagnosticar la presencia de las hemorroides, el especialista puede diagnosticar las hemorroides externas con tan solo observar la zona afectada. Las pruebas para diagnosticar hemorroides internas pueden incluir el examen de ano y de recto.
A su vez, el especialista necesitará analizar de forma completa el colon mediante colonoscopia en los siguientes casos:
En torno al ano se sitúan venas con tendencia a extenderse con la presión, pudiendo aumentar su tamaño e hincharse. En este caso, cuando las venas se hinchan se convierten en hemorroides, y éstas pueden desarrollarse debido a un aumento en la presión del recto bajo por lo siguiente:
La mejor forma de tratar de prevenir la aparición de las hemorroides es que el paciente intente siempre que sus deposiciones sean blandas, para poder así evacuarlas fácilmente. Para prevenir las hemorroides y reducir sus síntomas, se pueden seguir una serie de consejos:
Existen diversas formas de abordar el tratamiento de las hemorroides. Por un lado están los remedios caseros, que principalmente son los siguientes:
En el caso de que los remedios caseros no funcionen, el paciente deberá acudir al especialista.
En los casos en los que las hemorroides solo produzcan leves molestias, el especialista puede recomendar la aplicación de ungüentos, supositorios o cremas que alivian el dolor.
En el caso de que se produzca un coágulo dentro de una hemorroide, se debe drenarlo con una incisión.
A su vez, existen procedimientos mínimamente invasivos que pueden realizarse de manera ambulatoria:
Ya por último, existen los procedimientos quirúrgicos, que se utilizan solo en casos en los que otros procedimientos no han dado resultado.
Se trata de la forma más eficaz de tratar las hemorroides graves, y puede implicar una dificultad temporal para vaciar la vejiga e infectar las vías urinarias.
Existen diversos especialistas que pueden estudiar, diagnosticar y tratar las hemorroides. El especialista en Cirugía General, en Aparato Digestivo o en Proctología son los especialistas más cualificados para tratarlas.
Un pólipo es un crecimiento excesivo del tejido, y puede aparecer en todas las partes del cuerpo que están recubiertas por mucosa: pulmones, vesícula, colon, nariz, riñón, etc. se trata de una masa benigna que raras veces se trasforma en cáncer.
Los pólipos de colon crecen en el intestino grueso; la mayoría de ellos no son peligrosos pero algunos pueden convertirse en cancerosos.
Hay diferentes tipos de pólipos:
A veces no producen síntomas, por lo que es posible que no se detecten hasta que el médico no examina el colon. Sin embargo, cuando se presentan síntomas, éstos son:
Se desconocen las causas de los pólipos en el colon, pero hay algunas personas que tienen más probabilidades de tenerlos:
Se pueden prevenir con hábitos saludables, y considerando con el médico los riesgos de cada uno.
Se recomienda extirpar los pólipos, pues no puede saberse con certeza si acabarán siendo o no malignos.
La celiaquía es una enfermedad que se caracteriza por la intolerancia permanente al gluten. Esta sustancia se encuentra presente en el trigo, la cebada, el centeno y la avena. El gluten daña el revestimiento del intestino delgado, provocando que no absorba los componentes necesarios de los alimentos, es decir, sus nutrientes. Se produce en individuos genéticamente predispuestos que padecen atrofia en las vellosidades del intestino delgado.
La enfermedad puede manifestarse en cualquier momento de la vida, desde la lactancia hasta la edad adulta. Las personas con familiares que padecen celiaquía tienen una mayor predisposición a padecerla. Afecta con mayor frecuencia a las mujeres que a los hombres.
Dependiendo del grado de intolerancia, se producen unos síntomas u otros. También es posible que no se presente ningún síntoma.
Las manifestaciones más comunes de la celiaquía son: dolor abdominal, gases, indigestión, estreñimiento, disminución o aumento del apetito, diarrea, náuseas, vómitos y pérdida de peso inexplicable. También pueden darse otros problemas como propensión a la formación de hematomas, depresión, ansiedad, fatiga, retraso en el crecimiento de los niños, caída del cabello, dermatitis, úlceras bucales, ausencia de periodos menstruales, sangrado nasal y calambres musculares, entre otros.
Se desconoce la causa exacta de la celiaquía. Cuando las personas con enfermedad celíaca consumen alimentos con gluten, siendo o no conscientes de su enfermedad, su sistema inmunitario causa daño en las vellosidades del intestino. Éstas son incapaces entonces de absorber de forma adecuada el hierro, las vitaminas y los nutrientes.
Al no conocerse la causa de la celiaquía, no hay forma de prevenir su aparición. Sin embargo, es importante tener en cuenta determinados factores de riesgo, como el tener un familiar con este trastorno, para obtener un diagnóstico y tratamiento precoz.
La celiaquía no se puede curar. El tratamiento a seguir es realizar una dieta libre de gluten de por vida; esto ayuda a que los síntomas desaparezcan y a que sanen las vellosidades en el revestimiento de los intestinos.
Si no se realiza el tratamiento adecuado, se pueden dar determinadas complicaciones como trastornos autoinmunitarios, enfermedad ósea, cáncer intestinal, anemia, infertilidad o enfermedad hepática.
La colitis ulcerosa es una afección en la que el intestino grueso y el recto se inflaman y finalmente producen úlceras. Es un tipo de enfermedad intestinal inflamatoria, junto con la enfermedad de Crohn.
La colitis ulcerosa es una afección prolongada, lo que significa que no se puede curar. En cambio, el tratamiento se centra en el control de los síntomas y en conseguir la “remisión”, donde no se presentan síntomas. Esto no significa que los síntomas no puedan reaparecer. La colitis ulcerosa es una afección fluctuante que involucra “brotes” (ver más abajo).
Los principales síntomas de la colitis ulcerosa son:
La colitis ulcerosa se caracteriza por los “brotes”, en los que los síntomas empeoran durante un período de tiempo, y se pueden experimentar síntomas en cualquier parte del cuerpo. Estos pueden ser:
Cada persona experimenta la colitis ulcerosa de forma diferente. Con el tratamiento y autocontrol adecuados, algunas personas pueden experimentar largos períodos de “remisión” en los que sólo se padecen síntomas leves o incluso no los padecen.
El diagnóstico normalmente involucra una combinación de:
Algunas veces, el médico puede necesitar hacer una radiografía para comprobar si hay complicaciones graves, pero esto es mucho menos común.
No se conoce la causa la colitis ulcerosa. Muchos profesionales de la salud piensan ahora que puede ser una afección autoinmune que involucra al sistema inmunológico atacando erróneamente a las células sanas. Esto puede deberse a una infección en el intestino grueso.
Sin embargo, hay otros factores que también influyen:
Por lo tanto, la colitis ulcerosa parece ser causada por una combinación de factores genéticos y ambientales.
El tratamiento para la colitis ulcerosa incluye cambios de estilo de vida y de la dieta, medicamentos y, en casos muy extremos, cirugía.
Para algunas personas, hacer cambios en su dieta puede ayudar a controlar los síntomas y reducir la frecuencia de los “brotes”. Algunos cambios útiles pueden ser:
El médico puede prescribir una combinación de medicamentos para lograr diferentes objetivos, incluyendo:
Por lo general, la cirugía sólo se recomienda cuando un paciente no ha respondido a la medicación o está experimentando brotes graves que afectan significativamente a su vida diaria. La cirugía implicará la extirpación del colon y el reemplazo de su función con una ilestomía o bolsa ileo-anal. Esto conlleva la cura completa de la afección.
La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una patología degenerativa que afecta al sistema neurológico y produce trastornos motores que evolucionan hasta la parálisis. Los pacientes con ELA pueden desarrollar otras enfermedades como la disfagia y precisarán de soporte nutricional a través de una sonda nasogástrica o una Gastrostomía Endoscópica Percutánea (PEG), que aumenta su supervivencia notablemente.
La PEG es una técnica en la cual se realiza una apertura de un orificio en la pared anterior del abdomen para introducir una sonda de alimentación directa al estómago. Se recurre a este procedimiento en casos en los que el paciente sufre una desnutrición prolongada, ya que previene complicaciones habituales de la sonda nasogástrica como la obstrucción, los recambios frecuentes y la imposibilidad de colocación por estenosisesofágica.
La PEG se realiza para aumentar la supervivencia de los pacientes con ELA y mejorar su calidad de vida. A través de una sonda enteral se crea una entrada directa al estómago para administrar los alimentos, líquidos y medicamentos y combatir así la desnutrición que sufren estos pacientes a causa de, en muchos casos, no poder deglutir por sí solos.
Es una buena alternativa a la sonda nasogástrica puesto que evita muchas de sus complicaciones y se puede manejar de forma sencilla, útil y rápida y puede mantenerse durante un largo periodo de tiempo.
Es un procedimiento que generalmente no requiere de anestesia general y se aplica en pocos minutos. Mediante una endoscopia se localiza la pared del abdomen, se desinfecta la piel y se anestesia la pared abdominal. A continuación se realiza una incisión de aproximadamente un centímetro y se introduce un trócar hasta poder visualizar el interior del estómago. Posteriormente se inyecta una guía que se sujeta con una pinza y se arrastra hasta la boca del paciente a la vez que se retira el endoscopio. La sonda se sujeta a la guía y, tirando del otro extremo de esta, se pasa por la boca hasta que sale por la incisión abdominal, donde queda sujeta mediante una fijación. Se puede iniciar la alimentación por la sonda pasadas las 24 horas tras su colocación y el estoma cicatrizará en unas dos semanas.
Es preciso que los pacientes que se sometan a una PEG no ingieran alimentos en las dos horas previas a la aplicación de la sonda. A partir de ahí, no será necesario que sigan otras indicaciones específicas para proceder a la aplicación de esta técnica.
Aunque se trata de una técnica novedosa que permite acabar con la mayoría de riesgos que conlleva la sonda nasogástrica, es cierto que hay que tener en cuenta que precisa de unos cuidados tras su aplicación.
Referente al estoma, es importante comprobar que no existe una irritación cutánea, enrojecimiento, inflamación o secreción. Si se producen síntomas como fiebre, pérdida de peso o diarrea, entre otros, es preciso acudir a un especialista. También se debe limpiar el estoma con una solución antiséptica durante los primeros 15 días y posteriormente podrá lavarse con agua y jabón. Es un procedimiento a realizar diariamente.
La sonda requiere lavados antes y después de la administración de la alimentación y los fármacos y es importante girarla cada 24 horas para evitar que quede adherida a la piel y comprobar que el soporte externo no la oprime. También es recomendable taparla después de su utilización y tener cuidado en no pellizcarla, pinzarla o doblarla.
Para la administración de la nutrición enteral el paciente deberá estar sentado o semisentado. Habrá que vigilar al no administrar conjuntamente la medicación y los alimentos y no se deberá mantener el preparado nutricional abierto más de 24 horas en el refrigerador y sacarlo entre 30 y 45 minutos antes de su administración.
Se trata de un procedimiento novedoso que permite combatir los riesgos que puede desarrollar la sonda nasogástrica. Ofrece además un fácil modo de uso, lo que supone mucha más comodidad para el paciente y para el especialista en Enfermería que se encargue de sus cuidados.
Actualmente el PEG supone un gran avance en el aumento de la supervivencia y de la calidad de vida de los pacientes con ELA.
El Dr. Carbó Perseguer es un reputado especialista en Aparato Digestivo y de los pocos expertos en España en Gastrostomía Endoscópica Percutánea en Esclerosis lateral amiotrófica (ELA). En la actualidad trabaja como gastroenterólogo y endoscopista del Hospital La Paz en Madrid. Es autor y coautor de más de 25 artículos en español y en inglés, además de haber participado en más de una veintena de cursos internacionales de Endoscopia Digestiva y varios cursos Internacionales de Patología Digestiva. También es miembro de la American Society of Gastrointestinal Endoscopy y de la Sociedad Española de Endoscopia Digestiva y del Grupo Español de Resección mucosa endoscópica y de la Sociedad Española de Patología Digestiva.
Cuando el sistema inmune del cuerpo reacciona de manera inusual a algunos alimentos específicos, se le denomina alergia alimentaria. El cuerpo produce de manera errónea un anticuerpo cuando se ha consumido un alimento específico que desencadena la alergia. Los anticuerpos empiezan un proceso que libera histamina para que el cuerpo combata lo que cree que lo está invadiendo. Averiguar qué alimentos causan los síntomas puede resultar ser más difícil para algunas personas. Las alergias alimentarias pueden tardar un tiempo en diagnosticarse.
Una reacción alérgica a los alimentos puede ocurrir en cuestión de minutos, o puede ocurrir horas más tarde. Los signos más comunes de una alergia alimentaria son:
Algunas veces los síntomas pueden poner en peligro la vida de una persona, a este tipo de reacción se le denomina anafilaxis. Si alguien es severamente alérgico a ciertos alimentos, debe recibir una dosis de epinefrina (inyección de adrenalina) lo antes posible.
Cualquier alimento puede causar alergias, pero los más comunes que pueden llegar a causarla son:
Se aconseja mantener un diario alimenticio para que el médico pueda buscar cualquier alimento que lo provoca. Una dieta de eliminación de alimentos puede ayudar a ver si la reacción desaparece. Tras una dieta de eliminación, las pruebas de provocación (o de exposición) con alimentos pueden realizarse bajo supervisión médica. El paciente puede realizar un análisis de sangre radioalergosorbente (RAST) para ver cuántos anticuerpos produce su sistema inmunitario. También existe una prueba de alergia en la piel, llamada prueba de raspado.
Se recomienda mantenerse alejado de los alimentos que puedan causar la alergia alimentaria. Las alergias leves desaparecen sin necesidad de un tratamiento. Los antihistamínicos pueden ayudar a reducir algunas alergias en la piel y otros síntomas de picazón. En casos más graves, los corticosteroides pueden reducir la hinchazón. En casos más graves, una inyección de epinefrina puede revertir los síntomas.
Un especialista puede recomendar una dieta saludable y nutritiva que pueda funcionarte mejor. Es importante consultar las etiquetas y los ingredientes en los alimentos procesados. Si eres propenso a sufrir reacciones alérgicas, un médico te puede recetar un botiquín con inyecciones de epinefrina, que la persona debería llevar consigo en todo momento.
Las alergias e intolerancias alimentarias pueden presentar síntomas similares, pero son afecciones diferentes. Las intolerancias pueden hacer que una persona se sienta enferma, mientras que una alergia alimentaria puede hacer que alguien se sienta mal, pero también producir una reacción que puede poner en peligro su vida. Una intolerancia a los alimentos significa que el cuerpo de una persona no puede digerir el alimento que pretende comer o que el sistema digestivo se ha irritado. Los síntomas incluyen hinchazón, náuseas, gases, dolor abdominal y diarrea. Una alergia alimentaria ocurre cuando el sistema inmunitario del cuerpo ve los alimentos como un invasor, éste libera histamina y causa síntomas de reacción alérgica como problemas respiratorios, hinchazón, una disminución de la presión arterial y vómitos.
La celiaquía es una enfermedad que se caracteriza por la intolerancia permanente al gluten. Esta sustancia se encuentra presente en el trigo, la cebada, el centeno y la avena. El gluten daña el revestimiento del intestino delgado, provocando que no absorba los componentes necesarios de los alimentos, es decir, sus nutrientes. Se produce en individuos genéticamente predispuestos que padecen atrofia en las vellosidades del intestino delgado.
La enfermedad puede manifestarse en cualquier momento de la vida, desde la lactancia hasta la edad adulta. Las personas con familiares que padecen celiaquía tienen una mayor predisposición a padecerla. Afecta con mayor frecuencia a las mujeres que a los hombres.
Dependiendo del grado de intolerancia, se producen unos síntomas u otros. También es posible que no se presente ningún síntoma.
Las manifestaciones más comunes de la celiaquía son: dolor abdominal, gases, indigestión, estreñimiento, disminución o aumento del apetito, diarrea, náuseas, vómitos y pérdida de peso inexplicable. También pueden darse otros problemas como propensión a la formación de hematomas, depresión, ansiedad, fatiga, retraso en el crecimiento de los niños, caída del cabello, dermatitis, úlceras bucales, ausencia de periodos menstruales, sangrado nasal y calambres musculares, entre otros.
Se desconoce la causa exacta de la celiaquía. Cuando las personas con enfermedad celíaca consumen alimentos con gluten, siendo o no conscientes de su enfermedad, su sistema inmunitario causa daño en las vellosidades del intestino. Éstas son incapaces entonces de absorber de forma adecuada el hierro, las vitaminas y los nutrientes.
Al no conocerse la causa de la celiaquía, no hay forma de prevenir su aparición. Sin embargo, es importante tener en cuenta determinados factores de riesgo, como el tener un familiar con este trastorno, para obtener un diagnóstico y tratamiento precoz.
La celiaquía no se puede curar. El tratamiento a seguir es realizar una dieta libre de gluten de por vida; esto ayuda a que los síntomas desaparezcan y a que sanen las vellosidades en el revestimiento de los intestinos.
Si no se realiza el tratamiento adecuado, se pueden dar determinadas complicaciones como trastornos autoinmunitarios, enfermedad ósea, cáncer intestinal, anemia, infertilidad o enfermedad hepática.
La colitis se caracteriza por la inflamación del revestimiento interno del colon. La colitis puede ser un síntoma de una enfermedad que afecta a otras partes del cuerpo, y que puede causar fiebre, escalofríos, fatiga y deshidratación. Hay muchos tipos de colitis que generalmente se clasifican por los síntomas de cada uno. Los dos tipos más comunes son la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, que son diferentes tipos de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). La colitis ulcerosa causa otras manifestaciones en el cuerpo, como úlceras bucales, hinchazón de las articulaciones e inflamación de la piel.
Los tipos de colitis se clasifican según los síntomas que la causan. Algunos de los diferentes tipos de colitis son:
Las causas más comunes de colitis son:
Los síntomas de la colitis ulcerosa pueden ser:
Un examen físico realizado por un especialista ayuda a determinar la causa de los síntomas del paciente. El médico medirá la presión arterial del paciente y controlará su temperatura para detectar fiebre. Se realiza un examen del abdomen para verificar si hay sensibilidad. Los sonidos intestinales se escuchan mediante el uso de un estetoscopio. Un análisis de sangre puede medir la hemoglobina y los niveles de hematocrito para detectar anemia. Las muestras de heces también se pueden recoger para buscar infecciones bacterianas y parasitarias como la causa de la colitis. Las heces también pueden analizarse para detectar sangre.
El tratamiento de la colitis dependerá de la gravedad de la enfermedad del paciente. El tratamiento por lo general implica un cambio en la dieta, suplementos nutricionales y medicamentos recetados. En casos severos, se puede requerir cirugía.
La colitis leve responde a medicamentos como los esteroides y los antiinflamatorios. Los síntomas más severos requerirán medicamentos más fuertes como los medicamentos inmunomoduladores, que suprimen el sistema inmunológico para prevenir la inflamación. Es posible que se requiera cirugía para extirpar el intestino grueso, sin embargo, esto puede causar otros problemas en diferentes áreas del cuerpo.
La colitis ulcerosa es una afección en la que el intestino grueso y el recto se inflaman y finalmente producen úlceras. Es un tipo de enfermedad intestinal inflamatoria, junto con la enfermedad de Crohn.
La colitis ulcerosa es una afección prolongada, lo que significa que no se puede curar. En cambio, el tratamiento se centra en el control de los síntomas y en conseguir la “remisión”, donde no se presentan síntomas. Esto no significa que los síntomas no puedan reaparecer. La colitis ulcerosa es una afección fluctuante que involucra “brotes” (ver más abajo).
Los principales síntomas de la colitis ulcerosa son:
La colitis ulcerosa se caracteriza por los “brotes”, en los que los síntomas empeoran durante un período de tiempo, y se pueden experimentar síntomas en cualquier parte del cuerpo. Estos pueden ser:
Cada persona experimenta la colitis ulcerosa de forma diferente. Con el tratamiento y autocontrol adecuados, algunas personas pueden experimentar largos períodos de “remisión” en los que sólo se padecen síntomas leves o incluso no los padecen.
El diagnóstico normalmente involucra una combinación de:
Algunas veces, el médico puede necesitar hacer una radiografía para comprobar si hay complicaciones graves, pero esto es mucho menos común.
No se conoce la causa la colitis ulcerosa. Muchos profesionales de la salud piensan ahora que puede ser una afección autoinmune que involucra al sistema inmunológico atacando erróneamente a las células sanas. Esto puede deberse a una infección en el intestino grueso.
Sin embargo, hay otros factores que también influyen:
Por lo tanto, la colitis ulcerosa parece ser causada por una combinación de factores genéticos y ambientales.
El tratamiento para la colitis ulcerosa incluye cambios de estilo de vida y de la dieta, medicamentos y, en casos muy extremos, cirugía.
Para algunas personas, hacer cambios en su dieta puede ayudar a controlar los síntomas y reducir la frecuencia de los “brotes”. Algunos cambios útiles pueden ser:
El médico puede prescribir una combinación de medicamentos para lograr diferentes objetivos, incluyendo:
Por lo general, la cirugía sólo se recomienda cuando un paciente no ha respondido a la medicación o está experimentando brotes graves que afectan significativamente a su vida diaria. La cirugía implicará la extirpación del colon y el reemplazo de su función con una ilestomía o bolsa ileo-anal. Esto conlleva la cura completa de la afección.
Una endoscopia digestiva, conocida también como gastroscopia, es una prueba que se utiliza para diagnosticar e iniciar el tratamiento de enfermedades del aparato digestivo superior: esófago, estómago y el duodeno.
La endoscopia se lleva a cabo a través de un endoscopio que se introduce por la boca hasta que llega al intestino y permite a los especialistas observar por la cámara que se encuentra en su extremo.
A su vez, el propio endoscopio cuenta con diversos canales en su interior por el cual se pueden introducir instrumentos que dan la posibilidad de realizar a la vez otras pruebas, como por ejemplo una biopsia o llegar a hacer tratamientos, como serían la extirpación de pólipos o nódulos y la cauterización de vasos sanguíneos sangrantes.
Una endoscopia digestiva consiste principalmente en una exploración del tubo digestivo superior, es decir, estómago, esófago y duodeno a través de la introducción de un endoscopio a través de la boca. El endoscopio es un instrumento flexible con una lente y una cámara en su parte final. Las imágenes que capta en tiempo real se muestran en monitor conforme avanza el endoscopio.
Su duración gira en torno al cuarto o a la media hora, aunque en el caso de que se encuentren aspectos inesperados o se ha de tomar algún tipo de tratamiento terapéutico o biopsia.
Existen diversos motivos por los cuales se puede llevar a cabo una endoscopia digestiva. Son los siguientes:
A su vez, la endoscopia digestiva posee otras particularidades al margen de diagnosticar problemas en el aparato digestivo, ya que se puede utilizar para fines terapéuticos en algunos casos:
La endoscopia digestiva o gastroscopia no es un procedimiento que requiera una gran preparación para llevarla a cabo.
El paciente debe evitar ingerir comida o bebida durante las ocho horas anteriores al examen, así como dejar su medicación habitual salvo que el especialista indique lo contrario.
Por otro lado, salvo norma general, al paciente no se le administrará ninguna medicación antes de la prueba, aunque en ocasiones se puede aplicar un anestésico local en la garganta para reducir las posibles náuseas.
Existen también casos en los que se administrará sedación intravenosa para relajar al paciente.
La gastroscopia es una prueba indolora, y apenas dura entre tres y cinco minutos. Pese a tratarse de una prueba que no es dolorosa, el paciente notará molestias mientras se introduce el endoscopio, sintiendo constantes náuseas.
Una vez terminada la exploración, el paciente sentirá molestias en su garganta, que estará entumecida. El paciente puede tener gases debido al aire ingerido, pero estos desaparecerán rápidamente.
La de la endoscopia digestiva es una prueba bastante segura en la que apenas aparecen complicaciones. De hecho, las posibles complicaciones aumentan en el momento en el que el endoscopio se utiliza para aplicar algún tipo de tratamiento.
Las posibles complicaciones serían la perforación, reacciones medicamentosas, hemorragias, alteraciones cardiopulmonares…
Los avances tecnológicos permiten explorar vías que antaño eran imposibles, como la vía biliar o la vía pancreática. Así, gracias a esto se pueden diagnosticar y tratar problemas que antes requerían una intervención quirúrgica.
En las zonas en las que el endoscopio no llega, existe la llamada cápsula endoscópica, que se ingiere como si fuese una pastilla y trasmite imágenes del interior del aparato digestivo a un monitor sin que el paciente sienta molestia alguna.
La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una patología degenerativa que afecta al sistema neurológico y produce trastornos motores que evolucionan hasta la parálisis. Los pacientes con ELA pueden desarrollar otras enfermedades como la disfagia y precisarán de soporte nutricional a través de una sonda nasogástrica o una Gastrostomía Endoscópica Percutánea (PEG), que aumenta su supervivencia notablemente.
La PEG es una técnica en la cual se realiza una apertura de un orificio en la pared anterior del abdomen para introducir una sonda de alimentación directa al estómago. Se recurre a este procedimiento en casos en los que el paciente sufre una desnutrición prolongada, ya que previene complicaciones habituales de la sonda nasogástrica como la obstrucción, los recambios frecuentes y la imposibilidad de colocación por estenosisesofágica.
La PEG se realiza para aumentar la supervivencia de los pacientes con ELA y mejorar su calidad de vida. A través de una sonda enteral se crea una entrada directa al estómago para administrar los alimentos, líquidos y medicamentos y combatir así la desnutrición que sufren estos pacientes a causa de, en muchos casos, no poder deglutir por sí solos.
Es una buena alternativa a la sonda nasogástrica puesto que evita muchas de sus complicaciones y se puede manejar de forma sencilla, útil y rápida y puede mantenerse durante un largo periodo de tiempo.
Es un procedimiento que generalmente no requiere de anestesia general y se aplica en pocos minutos. Mediante una endoscopia se localiza la pared del abdomen, se desinfecta la piel y se anestesia la pared abdominal. A continuación se realiza una incisión de aproximadamente un centímetro y se introduce un trócar hasta poder visualizar el interior del estómago. Posteriormente se inyecta una guía que se sujeta con una pinza y se arrastra hasta la boca del paciente a la vez que se retira el endoscopio. La sonda se sujeta a la guía y, tirando del otro extremo de esta, se pasa por la boca hasta que sale por la incisión abdominal, donde queda sujeta mediante una fijación. Se puede iniciar la alimentación por la sonda pasadas las 24 horas tras su colocación y el estoma cicatrizará en unas dos semanas.
Es preciso que los pacientes que se sometan a una PEG no ingieran alimentos en las dos horas previas a la aplicación de la sonda. A partir de ahí, no será necesario que sigan otras indicaciones específicas para proceder a la aplicación de esta técnica.
Aunque se trata de una técnica novedosa que permite acabar con la mayoría de riesgos que conlleva la sonda nasogástrica, es cierto que hay que tener en cuenta que precisa de unos cuidados tras su aplicación.
Referente al estoma, es importante comprobar que no existe una irritación cutánea, enrojecimiento, inflamación o secreción. Si se producen síntomas como fiebre, pérdida de peso o diarrea, entre otros, es preciso acudir a un especialista. También se debe limpiar el estoma con una solución antiséptica durante los primeros 15 días y posteriormente podrá lavarse con agua y jabón. Es un procedimiento a realizar diariamente.
La sonda requiere lavados antes y después de la administración de la alimentación y los fármacos y es importante girarla cada 24 horas para evitar que quede adherida a la piel y comprobar que el soporte externo no la oprime. También es recomendable taparla después de su utilización y tener cuidado en no pellizcarla, pinzarla o doblarla.
Para la administración de la nutrición enteral el paciente deberá estar sentado o semisentado. Habrá que vigilar al no administrar conjuntamente la medicación y los alimentos y no se deberá mantener el preparado nutricional abierto más de 24 horas en el refrigerador y sacarlo entre 30 y 45 minutos antes de su administración.
Se trata de un procedimiento novedoso que permite combatir los riesgos que puede desarrollar la sonda nasogástrica. Ofrece además un fácil modo de uso, lo que supone mucha más comodidad para el paciente y para el especialista en Enfermería que se encargue de sus cuidados.
Actualmente el PEG supone un gran avance en el aumento de la supervivencia y de la calidad de vida de los pacientes con ELA.
Conocidas también como almorranas, las hemorroides son principalmente venas hinchadas que se encuentran localizadas en la parte inferior del recto y en el ano.
Pese a que se desconoce el origen en concreto de las hemorroides, se trata de un problema que afecta a una gran cantidad de personas. De hecho, se estima que tres de cada cuatro personas adultas pueden padecer hemorroides en algún momento de su vida.
Existen dos variaciones de esta patología: las externas y las internas. Las hemorroides externas generan protuberancias en el anillo del ano del lado externo, por lo que son más fáciles de diagnosticar y provocan dolor al sentarse, además de rastros de sangre al defecar. Por otro lado, las hemorroides internas se producen en el interior del ano provocando sangrado en las heces y picor en la región anal.
Por último, aparecen también las hemorroides trombosadas, que forman un coágulo. Éstas pueden producir un dolor intenso, inflamación y la aparición de un bulto cerca del ano.
Como tal, la de las hemorroides o almorranas no es una enfermedad grave en sí. Se trata de una enfermedad con mucha prevalencia pero cuyos síntomas no suponen más que molestias, picor o sangrado y que no se desarrolla en otro tipo de enfermedad más grave.
La sangre presente en las hemorroides puede provocar la formación de coágulos y la muerte del tejido circundante. En estos casos, es necesario llevar a cabo la cirugía de las hemorroides, conocida también como hemorroidectomía, que se utiliza en procesos de sangrado intenso o prolapso que no hayan respondido de forma positiva a otras terapias.
En pocas ocasiones también puede aparecer sangrado intenso, y la pérdida prolongada de sangre puede provocar anemia. En el caso de que se corte el suministro de sangre en la hemorroide interna se puede producir estrangulamiento, un hecho que provoca dolor extremo.
Los signos y síntomas de las hemorroides dependen de la ubicación de la hemorroide. Si la ubicación de la hemorroide es en el interior del recto hablaremos de hemorroides internas, que normalmente son asintomáticas. No obstante, a la hora de hacer el esfuerzo o la irritación que se produce en los intestinos al evacuar pueden dañar la parte externa de la hemorroide y producir el sangrado.
En ocasiones, el esfuerzo puede hacer que la hemorroide interna salga por el ano, y puede causar irritación y dolor.
Si la hemorroide es externa, son más sensibles al tacto, pueden doler al sentarse, picar y sangrar.
En el caso de las hemorroides trombosadas pueden formar un coágulo, dolor intenso e inflamación.
Así, en general los síntomas de las hemorroides son los siguientes:
A la hora de diagnosticar la presencia de las hemorroides, el especialista puede diagnosticar las hemorroides externas con tan solo observar la zona afectada. Las pruebas para diagnosticar hemorroides internas pueden incluir el examen de ano y de recto.
A su vez, el especialista necesitará analizar de forma completa el colon mediante colonoscopia en los siguientes casos:
En torno al ano se sitúan venas con tendencia a extenderse con la presión, pudiendo aumentar su tamaño e hincharse. En este caso, cuando las venas se hinchan se convierten en hemorroides, y éstas pueden desarrollarse debido a un aumento en la presión del recto bajo por lo siguiente:
La mejor forma de tratar de prevenir la aparición de las hemorroides es que el paciente intente siempre que sus deposiciones sean blandas, para poder así evacuarlas fácilmente. Para prevenir las hemorroides y reducir sus síntomas, se pueden seguir una serie de consejos:
Existen diversas formas de abordar el tratamiento de las hemorroides. Por un lado están los remedios caseros, que principalmente son los siguientes:
En el caso de que los remedios caseros no funcionen, el paciente deberá acudir al especialista.
En los casos en los que las hemorroides solo produzcan leves molestias, el especialista puede recomendar la aplicación de ungüentos, supositorios o cremas que alivian el dolor.
En el caso de que se produzca un coágulo dentro de una hemorroide, se debe drenarlo con una incisión.
A su vez, existen procedimientos mínimamente invasivos que pueden realizarse de manera ambulatoria:
Ya por último, existen los procedimientos quirúrgicos, que se utilizan solo en casos en los que otros procedimientos no han dado resultado.
Se trata de la forma más eficaz de tratar las hemorroides graves, y puede implicar una dificultad temporal para vaciar la vejiga e infectar las vías urinarias.
Existen diversos especialistas que pueden estudiar, diagnosticar y tratar las hemorroides. El especialista en Cirugía General, en Aparato Digestivo o en Proctología son los especialistas más cualificados para tratarlas.
Los pólipos son excrecencias o neoformaciones que se originan en la superficie de la mucosa. De hecho, pueden formarse en la nariz, el estómago, el intestino y el útero. Tienen una forma redonda y una superficie lisa. Los pólipos, solitarios o múltiples, pueden ser pedunculados, si están unidos al órgano mediante un eje conectivo revestido de una mucosa, o sésiles, si son ligeramente sobresalientes. La presencia de varios pólipos en uno o varios sitios da lugar a patologías llamadas poliposis. Algunos pólipos se pueden considerar formaciones precancerosas y tienen una evolución maligna, especialmente los del colon.
Los pólipos son, en la mayoría de los casos, asintomáticos, por esta razón a menudo se diagnostican casualmente. Cuando se producen, los síntomas varían según su ubicación: los pólipos de la cavidad uterina pueden causar hemorragia; los pólipos en la laringe pueden causar la alteración de la voz; los pólipos intestinales grandes pueden causar invaginación; los pólipos nasales causan obstrucción, rinorrea y pérdida del olfato; los pólipos del meato uretral, que afectan principalmente a mujeres mayores, pueden causar dolor, hemorragia y dificultad en la minción.
Las causas aún son inciertas. Se hipotetiza que los pólipos nasales se deben a alergias, asma, fibrosis quística, sinusitis, contaminación y fármacos. Los pólipos uterinos, por otro lado, están asociados con alteraciones estrogénicas, ya que las mujeres más afectadas parecen ser mujeres premenopáusicas. Las causas de los pólipos intestinales parecen estar relacionadas con un estilo de vida poco saludable (una dieta rica en carne roja, obesidad, estilo de vida sedentario), la vejez y la heredabilidad. La heredabilidad también juega un papel importante en el caso de los pólipos del estómago, cuyas causas también incluyen la inflamación crónica del estómago, la infección por H. Pylori y la vejez. Finalmente, en lo que respecta a los pólipos vesicales, las causas hipotéticas son el tabaquismo, la exposición a contaminantes y contaminación, y la esquistosomiasis (enfermedad parasitaria).
Los pólipos a menudo se diagnostican accidentalmente. Los pólipos del útero, el meato uretral y la nariz, se pueden observar directamente; los pólipos del recto pueden identificarse por palpación rectal. Hoy en día, el diagnóstico se lleva a cabo endoscópicamente: la histeroscopia se utiliza para pólipos uterinos, la colonoscopia para los de colon, la laringoscopia para los de la laringe y la cistoscopia para los de la vejiga. Por medio de una biopsia se determina la naturaleza precancerosa o no del pólipo.
La intervención para la eliminación de pólipos se llama polipectomía y también se puede realizar por endoscopia. Las medidas para prevenir el cáncer de colon incluyen la eliminación de pólipos intestinales tan pronto como se descubren
Un pólipo es un crecimiento excesivo del tejido, y puede aparecer en todas las partes del cuerpo que están recubiertas por mucosa: pulmones, vesícula, colon, nariz, riñón, etc. se trata de una masa benigna que raras veces se trasforma en cáncer.
Los pólipos de colon crecen en el intestino grueso; la mayoría de ellos no son peligrosos pero algunos pueden convertirse en cancerosos.
Hay diferentes tipos de pólipos:
A veces no producen síntomas, por lo que es posible que no se detecten hasta que el médico no examina el colon. Sin embargo, cuando se presentan síntomas, éstos son:
Se desconocen las causas de los pólipos en el colon, pero hay algunas personas que tienen más probabilidades de tenerlos:
Se pueden prevenir con hábitos saludables, y considerando con el médico los riesgos de cada uno.
Se recomienda extirpar los pólipos, pues no puede saberse con certeza si acabarán siendo o no malignos.
El reflujo gastroesofágico es el regreso de los jugos gástricos del estómago hacia el esófago, el tubo por el cual los líquidos y los alimentos bajan desde la boca hasta el estómago. Cuando los síntomas ocurren varias veces al día y están asociados a otros trastornos, podemos hablar sobre la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).
El contenido gástrico incluye ácidos que irritan la mucosa esofágica y causan los síntomas típicos del reflujo gastroesofágico: ardor en el estómago y el pecho, acidez, hipersalivación y regurgitación. La acidez de los jugos gástricos también puede irritar el tracto respiratorio y la garganta, causando disminución de la voz, laringitis, ronquera, tos y asma.
El esófago, por medio de movimientos rítmicos y ayudado por la gravedad, mueve la comida hacia el estómago. El esfínter esofágico inferior regula el paso de los alimentos, abriéndose para permitir que el bolo alimenticio pase y cerrándose para evitar que vuelva a subir. El reflujo ocurre cuando hay un mal funcionamiento de esta válvula, que se abre cuando no debería hacerlo y permite que el contenido gástrico se mueva hacia arriba. Otra causa es el vaciamiento gástrico lento. Cuanto más tiempo permanece la comida en el estómago, mayor es la probabilidad de que se presenten síntomas del reflujo gastroesofágico. Incluso si se reduce el pH salival, que es básico, el esófago está menos protegido de los ataques de reflujo gástrico.
La nutrición juega un papel importante en el tratamiento y prevención del reflujo gastroesofágico. Entre los alimentos que deben evitarse se encuentran embutidos, alcohol, queso, té, café, tomate, cítricos, refrescos y alimentos fritos. La leche, el "remedio de la abuela" por excelencia contra el reflujo, en realidad lo favorece, ya que es un alimento rico en grasas que podría ralentizar el vaciado del estómago. Es recomendable comer lentamente, masticando bien la comida para promover la digestión y hacer de 4 a 5 comidas pequeñas al día. Además, es conveniente evitar irse a dormir inmediatamente después de comer. Finalmente, se debe evitar tomar ciertos medicamentos, como los antiinflamatorios no esteroideos y algunos ansiolíticos que pueden aumentar la acidez gástrica, y usar ropa demasiado ajustada.
El tratamiento se basa en la corrección del estilo de vida y la terapia farmacológica. Esta última usa medicamentos que pueden disminuir el tiempo de vaciado del estómago, proteger la mucosa esofágica y reducir la acidez de los jugos gástricos. Solo en casos especiales, que no han respondido al tratamiento con medicamentos, se recurre a la intervención quirúrgica que tiene como objetivo restaurar la funcionalidad del esfínter.
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